


Por: Freddy González
Después de aplicado el Blitzkrieg, las hordas del nazismo alemán de la Wehrmacht (Ejército) y la Luftwaffe (Fuerza Aérea) habían asolado toda la Europa occidental y sometido al asedio y un inclemente bombardeo a Gran Bretaña. El esquizofrénico y desquiciado Adolf Hitler decidió poner en práctica la conquista del llamado «Espacio Vital».
El 22 de junio del año 1941, las tropas nazis invadieron el territorio de la Unión Soviética por tres frentes: por el norte, atacando la ciudad de Leningrado, antigua San Petersburgo, cuna de la revolución; por el centro, atacando la ciudad de Moscú, capital del estado soviético; y por el sur, la ciudad de Kiev, entrada a las principales fuentes energéticas del país.
En su visceral actitud anticomunista, Hitler ordenó al VI Cuerpo de Ejército alemán, liderado por el general Friedrich von Paulus, al IV Ejército Panzer y a unidades rumanas, húngaras e italianas que cubrían la retaguardia, sitiar y destruir la ciudad que llevaba el nombre del líder del estado, del ejército y del pueblo soviético: Stalingrado.
Cercada y sometida a su total destrucción por 5 meses y 13 días, desde el 23 de agosto de 1942 hasta el 2 de febrero de 1943, fecha en que se concretizó la rendición del mariscal de campo von Paulus y más de 250 mil efectivos del deteriorado VI Ejército, flor y nata de las tropas alemanas, el Ejército Rojo, el Partido Comunista y los habitantes de la ciudad lograron detener la furia de los ataques combinados de la Wehrmacht y la Luftwaffe.
La ciudad fue totalmente destruida y tomada en un 90 % de su territorio; su conquista parecía cuestión de días. Pero la orden ejecutiva 227 del 28/7/42, impartida por Stalin de «NI UN PASO ATRÁS», junto a la llegada de los generales Gueorgui Zhúkov, jefe del comando conjunto del Ejército Rojo, y Vasili Chuikov, traído de China para defender lo poco que quedaba de la ciudad en manos soviéticas, lograron frustrar los planes nazis.
Chuikov trazó la política de «Abrazar al enemigo», que consistía en luchar cuerpo a cuerpo, calle por calle, cuadra por cuadra, edificio por edificio, táctica que dificultaba la guerra rápida del Blitzkrieg. Los francotiradores jugaron un papel importante en mantener inmóviles a los comandos alemanes que pretendían ocupar la totalidad de la ciudad.
Mientras en Alemania el alto mando nazi daba por un hecho la caída de Stalingrado, y Chuikov resistía desesperadamente por mantener la emblemática ciudad, con el Volga a sus espaldas y las tropas de Paulus en su cara, el general Zhúkov preparaba la inimaginable e increíble contraofensiva rusa.
Reclutando tropas de Siberia y de Mongolia, preparó un ejército de más de un millón de soldados al otro lado del Volga para lanzar, el 19 de noviembre de 1942, la Operación Urano en forma de pinza, que dejó encerrado al todopoderoso VI Ejército entre las tropas del flanco norte dirigidas por el general Prokofy Romanenko y las tropas del flanco sur dirigidas por el general Iván Chistiakov. Estas lograron encontrarse y cerrar un círculo en Kalach, el 23 de noviembre, cuatro días después de iniciada la operación, echando por tierra la falsa leyenda nazi de la invencibilidad de su ejército.
En la contraofensiva soviética también estuvieron las destacadas participaciones de los generales Nikolái Vatutin por el flanco sur, Konstantín Rokosovski por el flanco norte y Andréi Yeriómenko por el centro.
Hoy, al conmemorarse el 82 aniversario del comienzo de la contraofensiva del heroico Ejército Rojo, lo que marcó el punto de inflexión de la Segunda Guerra Mundial y el comienzo de la derrota de la maquinaria bélica del nazismo, queremos rendir un homenaje de recordación a los millones de soldados y al pueblo soviético que, con sus sacrificios y esfuerzos, lograron contribuir con la derrota de la mayor pesadilla que haya vivido la humanidad.
Siempre habrá un antes y un después de aquel histórico 19 de noviembre de 1942.
Vasili Ivanovich Chuikov, héroe de la defensa de Stalingrado.
¡Loor eterno a su memoria!
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